noviembre 20, 2006
LA COHERENCIA DE LOS INCOHERENTE
La coherencia de lo incoherente
Por Sergio Levinsky
En el maremagno que vive el fútbol argentino, lo único que paradójicamente es coherente es la incoherencia permanente en la que se ve envuelto desde hace años, y que puede derivar en lo que hoy es Uruguay, con la gloria perdida de años de desconcierto y desorden, que lo alejaron de los lugares de privilegio. Hacia allí marcha, inexorablemente, nuestro fútbol.
Pero para quienes no quieren ir tan lejos y se detienen en el ámbito local, el fútbol argentino no para de cometer toda clase de desaguisados en la que raramente se salve alguien. Planteles que se comunican permanentemente con otros para arreglar partidos, ya sea para ganar (la mayoría de los casos) o para no ganar (cuando los hechos así lo requieran), árbitros que están manejados por intereses tan oscuros como espurios, desde lo personal hasta lo político y pasando por una interna sindical. Medios de comunicación interesados en beneficios a partir de decisiones de la AFA para ganar dinero a costa de los destrozados clubes, a los que se les da dinero a cuentagotas y según conveniencias, y barras bravas como monstruos que inventaron los dirigentes para reprimir cualquier descontento social, y que ahora ya no saben (ni quieren) sacarse de encima. Todo esto se profundizó paulatinamente, y en forma paralela a la caída estrepitosa del país en todos los órdenes y desde ya. El fútbol no pudo estar ajeno. Si a todo esto le sumamos periodistas poco valientes salvo rarísimas excepciones como la del ejemplar Víctor Hugo Morales (cómo se extraña al recientemente fallecido José María Suárez…), y con tanto progresista de pico que luego se ataja hablando de lo que pasa en países lejanos para no arriesgar el pellejo, y con tanto micrófono sin compañía de la mínima materia gris requerida, las consecuencias no podían ser otras que las que tenemos.
La jornada que se vivió el pasado domingo en todo el país no puede ser mejor ejemplo de la locura que estamos viviendo. Un presidente de la AFA atornillado a un sillón manoteando la primera solución que tenga a mano, aunque ésta sea peor que lo que quería combatir. Ex chupamedias que ahora no lo bancan pero que no se atreven a expresarlo y no saben encontrar las palabras justas en loe medios para no quedar pegados pero tampoco despegados. Barras bravas que bloquean la salida de Racing y San Lorenzo de sus concentraciones sin que nadie intervenga para desbloquear aunque Crónica publicara desde la mañana la noticia de lo que ocurriría, y lo que es peor, jugadores que se desencontraron, por distintos intereses, todos ellos mezquinos, para parar de jugar tal como habían suscripto el viernes en el Hotel Hilton en Buenos Aires.
Nos queda entonces la más sensata expresión que hemos encontrado en este lamentable fangal, la del capitán de Bánfield Javier Sanguinetti, quien se lamentó de no haber podido parar “para apoyar a otro plantel, porque me había ilusionado con que lo podíamos hacer, pero este no es un país serio y se perdió una gran oportunidad de estar todos juntos”. Es así, lamentablemente. El fútbol perdió una excelente oportunidad de cambiar aunque sea algo de esta dura realidad que vive, y ahora depende, en gran medida, de que el gobierno nacional, desde bambalinas, trate de dar un golpe de Estado a la AFA cuando se sabe lo difícil que es, y a lo que se expone porque la FIFA lo rechaza expresamente amenazando con que cualquier Estado que se entrometa en una federación nacional, la expone a una sanción durísima y hasta a su exclusión de las competencias.
Pero no se puede negar que el fútbol argentino es coherente en algo: su permanente incoherencia. Triste llegar a ser coherente por este motivo.
Suscribirse a:
Comentarios de la entrada (Atom)
No hay comentarios.:
Publicar un comentario