"El estilo de una selección de fútbol ya no define el alma de un país"
Viene a presentar su último libro donde analiza el placer del deporte y el fútbol. Muy leído en Europa, cree que los filósofos deben involucrarse más en la vida diaria.
Carla Imbrogno ESPECIAL PARA CLARIN
Es autor de una decena de ensayos y escribe para los medios más importantes de Alemania. Junto a Jürgen Habermas y Peter Sloterdijk, Sepp Gumbrecht se cuenta entre los pensadores más influyentes de Alemania. Elogio de la belleza atlética, su última obra publicada aquí por Katz, revolucionó a la crítica intelectual por reivindicar el placer por mirar deportes. "La interpretación reduce el placer. El ojo analítico es incompatible con el escalofrío que embarga al fanático cuyo equipo está por ganar el campeonato", dice Gumbrecht, y, en clave personal, deja de lado las explicaciones en exceso teóricas de por qué el deporte en general y el fútbol en particular movilizan multitudes.
Sobrevolando nociones básicas de Aristóteles, Kant, Nietzsche y Luhmann termina calificando de adictiva a la belleza atlética. Una auténtica apología del deporte que Gumbrecht presenta este viernes a las 20 en el Instituto Goethe. En su conferencia confirmará su análisis utilizando imágenes frescas del Mundial que está por terminar.
Desde la Universidad de Stanford, en donde enseña, Hans Ulrich Gumbrecht respondió vía e-mail a la entrevista de Clarín.
—¿Es su intención reivindicar el interés de los intelectuales por la vida mundana?
—No creo que la obligación de participar en los debates de la esfera pública sea mayor para un filósofo que para un ingeniero o un abogado. En relación con el interés de los intelectuales por "la vida de todos los días": sí, probablemente deberíamos dedicar más tiempo a este tipo de objetos que han sido bastante descuidados en nuestra profesión desde comienzos del siglo XIX.
—Cuando habla de los deportes, ¿lo hace desde el lugar del filósofo o del aficionado?
—Soy intelectual de profesión y he sido desde los seis años un apasionado hincha deportivo. Entonces, mi primera reacción es que todo este debate intelectual no hará que el fenómeno del deporte sea mejor. Este libro puede ser descrito como el de un hincha apasionado que resulta ser un intelectual y que, por lo tanto, recurre a herramientas conceptuales para tratar de encontrar una respuesta a por qué se ve tan atraído por el deporte.
—Como crítico cultural, ¿no está perdiendo de vista que los mundiales, además de un gran negocio, provocan que todo el mundo piense, sienta y hable sobre lo mismo?
—¿Los intelectuales no tienen derecho a "elogiar" ciertos fenómenos? ¿O nuestra obligación es ser la voz de la crítica negativa y devastadora? La palabra "crítica" hace referencia a nuestra capacidad por abordar tanto el lado negativo como el positivo. Ahora bien: ¿Por qué un evento tan complejo y de tanta visibilidad como la Copa Mundial de Fútbol no debería ser un "gran negocio"? ¿Por qué los jugadores no deberían ganar tanto dinero? Todos ellos son portadores de una aptitud que sólo pocos poseen y que capta la atención de millones de personas. Tampoco me parece problemático que, durante un lapso limitado de tiempo, muchas personas —no son más del 25% de la Humanidad— piensen acerca de un mismo objeto, en este caso, el Mundial.
—Usted elogia las "epifanías de las formas", esas coreografías tan propias del fútbol. ¿En qué medida esos "estilos nacionales" hablan de idiosincrasias?
—Funcionaría en el caso de Brasil o Alemania —antes de la Copa 2006—, donde la coreografía del equipo aparentaba cierta convergencia con la auto-imagen colectiva de lo nacional. El estilo de una selección de fútbol ya no define el alma de un país. ¿Qué debería concluirse de Italia u Holanda? ¿Existe una relación "expresiva" entre el estilo mezquino del fútbol italiano y la cultura de ese país? ¿El estilo atrevido del fútbol holandés —al menos en sus mejores días— se puede relacionar con su cultura protestante? Más que de "la expresión de las culturas nacionales" creo que podemos hablar de estilos específicos en distintos momentos de los seleccionados. Una pregunta más interesante sería si el estilo y los movimientos de los jugadores africanos son diferentes de los de jugadores blancos. Pero las conclusiones son desagradables. ¿En verdad queremos teorizar que "la gente negra", en general, se mueve en forma diferente y con distinta gracia que "la gente blanca"?
Fuente: www.clarin.com
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