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marzo 15, 2007

Real Madrid, Barcelona, y el debate de los sistemas de juego


Real Madrid, Barcelona, y el debate de los sistemas de juego

Por Sergio Levinsky, desde Madrid


La Liga española entra en su etapa de definición y pone en el tapete, pasado ya el clásico entre Barcelona y Real Madrid, el debate sobre cuál estilo es el mejor, el que más gusta, el que más conviene. Todos daban por seguro un triunfo del Barcelona, en muchos casos, por amplia diferencia, y no sólo no ocurrió esto sino que el equipo catalán logró empatar agónicamente y gracias a la inspiración del genio argentino de Leo Messi.

Y entonces, regresa aquella pregunta de ¿cuál es el mejor estilo para jugar al fútbol? Y se trata de un debate complicado. Pocas veces hemos visto un equipo tan ofensivo, con tantas variantes, como el de estos años del Barcelona, guiado por el joven y atrevido (en el mejor sentido de la palabra) entrenador holandés, Frank Rikjaard. En este fútbol tan conservador, tan defensivo, tan impudorosamente aburrido y calculador, que en tiempos de crisis los azulgrana redoblaran la apuesta ofensiva adelantando al zaguero central mexicano Rafael Márquez como volante defensivo para jugar con un trivote (Deco,Xavi e Iniesta) y tres delanteros (Messi, Etoo y Ronaldinho), no es algo que se vea cotidianamente.

Y así y todo, peligra en la liga, aunque mantiene en dura lucha el liderazgo junto al Sevilla, el Liverpool lo dejó, con justicia, fuera de la Liga de Campeones, ha perdido por goleada la definición de la Supercopa Europea en Mónaco ante el mismo Sevilla, y la final del Mundial de Clubes ante un Inter de Porto Alegre que ya había transferido a medio equipo campeón de la Copa Libertadores.

Sumado a todo esto, aparece uno de sus grandes cracks de la historia, Johan Cruyff, para decir en una columna que tiene los lunes en el diario catalán “La Vanguardia” que el ciclo llega a su fin y que poco menos que hay que barajar y dar de nuevo.

¿Esto es realmente así? Creemos que no, que como siempre, hay infinidad de factores que contribuyen a una situación, y el Barcelona no es la excepción. Por un lado, aparece lo anímico como fundamental. El Barcelona se quedó sin dos de sus tres estrellas por lesiones inesperadas e inoportunas, y sumado a eso, aflojó justo en la final del Mundial de Clubes de Japón, cuando se trataba de un trofeo muy esperado por la afición porque nunca se había ganado. El hecho de haber jugado un magnífico partido en semifinales ante el América de México hizo crecer exponencialmente las expectativas y no conseguir el objetivo fue un masazo, porque a eso se sumaba el largo regreso desde tierras niponas para afrontar el torneo local.

Y el Barcelona ya nunca fue el mismo y allí fue cuando Rikjaard, en una medida que lo dignifica, decidió dar un golpe de efecto con un notable cambio táctico, como es el de adelantar un jugador de su defensa, marcar sólo con tres zagueros, colocar un volante de marca por detrás de un trivote, y generar un ataque excepcional con sus tres mejores jugadores. Así comenzamos a ver a un gran Barcelona en cuanto a imagen y generación de espectáculo, pero no tanto a la hora de la precisión y la marca, y lo está pagando demasiado caro.

El Real Madrid es todo lo contrario. Hoy es un club inseguro desde lo institucional, con un presidente, Ramón Calderón, que fue a duras penas ratificado en la Justicia como tal luego de una dura lucha para que no se reconocieran los votos por correo de ocho meses atrás. Y su incontinencia verbal le ocasionó no pocos problemas con el plantel, que no se siente respaldado.

De allí para abajo, y con la imperiosa necesidad de ganar algo luego de tres temporadas de muchísimos gastos y absoluta sequía, el director deportivo del club (una figura que recién ahora comienza a existir en la Argentina), Pedja Mijatovic, decide contratar como entrenador al italiano Fabio Capello, reconocido como un duro de carácter, de armador de equipos sólidos y que fijan como primer objetivo el cero en el arco propio.

Así es que naufragando en incoherencias, primero el Real Madrid contrató jugadores de mucho renombre pero veteranos (Emerson, Cannavaro, Van Nistelrooy), sumados a otros muy caros (Diarrá, Reyes) y al llegar la mitad de temporada y ver los magros resultados, tuvo que echar mano a la chequera y traerse a jóvenes sudamericanos de mayor manejo y que significaran un proyecto de cierto futuro (Higuaín, Gago, el brasileño Marcelo). Pero falta siempre lo principal: un estilo, un juego que le permita andar por las canchas con mayor seguridad.

También en esta temporada, al Real Madrid ya se le escaparon la Champions (en una justa eliminación ante un mediocre Bayern Munich) y la Copa del Rey (ante un Betis B, más preocupado por evitar descender a Segunda en la liga), y en la liga, lo único que le queda, se encuentra a cinco puntos de distancia de dos equipos a la vez, el Barcelona y el Sevilla, si bien la liga está tan irregular que aún conserva cierta chance de ganarla, para lo cual no puede perder más puntos como local en un santiago Bernabeu ya resignado, que no le exige siquiera el mínimo protagonismo que un equipo de su tradición debería tener.

¿Y por qué no la tiene si su plantel posee jugadores de tanta calidad? Porque su entrenador, de tan conservador, juega sin un enganche, y en tantos jugadores, sólo tiene dos para esa función: Guti, que no cuenta con demasiado respaldo, aunque tiene partidos excepcionales, justamente como contra el Barcelona, o el muy joven De la Red, que proviene de las divisiones inferiores y que si entra en algunos partidos para jugar los últimos minutos, es porque casi se lo lleva el Valencia y su agente presionó al club para que en caso de quedarse, al menos juegue un rato.

¿Puede el Real Madrid jugar mejor? Claro que sí. ¿Puede el Barcelona perder lo que le queda en juego? Por supuesto que también. Se explica en una frase de aquel brasileño que dirigiera al recordado San Lorenzo de “Los Matadores” de 1968, campeones invictos del Metropolitano. Nos referimos a Tim, ya fallecido. Decía Tim que un equipo es como una manta corta. Cuando se ataca, se queda demasiado expuesto en la defensa. Y cuando se defiende, la delantera queda demasiado sola….

Es entonces el nunca bien ponderado ni defendido equilibrio, palabra denostada pero tan necesaria para todo, especialmente para ganar campeonatos. Aquí, allá y en todas partes, como cantaban los notables Beatles, y algo de eso parece que tomaron para sí los reds del Liverpool, la ciudad que los vió nacer, y que tiene a su equipo en cuartos de final de la Champions League.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Es increible que un deporte que genera tanta emocion y alegria,encierre violencia.
No a la violencia en el futbol!!.Recomiendo www.minutofutbol.com
muy buena nota,exitos